Elaboración
Dulce elborado con Membrillos
Se pelan, y se cortan en cuartos los membrillos, quitando el corazón, y se ponen a cocer en agua.
Calientes todavía, una vez cocidos y escurridos, se pasan por un tamiz fino o un pasapuré, para conseguir una masa suave, pastosa, fina y homogénea.
En un caldero, preferentemente de cobre, se pone el mismo peso de azucar que tengamos en pasta de membrillo, junto con un poco de agua, la justa para ir calentando y removiendo hasta conseguir un almibar espeso y cristalino, de color claro, que conseguiremos si no dejamos nunca que llegue a hervir y no dejamos de remover.
Cuando tengamos el almibar, comenzamos a añadir poco a poco y sin parar de remover, toda la masa de membrillo, hasta hacerlo completamente homogéneo, sin dejar cocer mucho y que jamas se acerque al hervor, para que conserve el color dorado del verdadero codonyat, y no se nos vuelva rojizo u oscuro.
Una vez hecho, el rito mandaba ponerlo en platos hondos de cerámica, o en tazones semiesféricos sin asas, tan caseros ambos, y cuando se secaba, por encima se hacía una pequeña costra azucarada que lo mantenía tierno por dentro.
Si lo colocamos en un lugar fresco y seco, dura casi todo el año, y se va endureciendo muy lentamente. Si a veces se forma una fina capita de moho sobre él, no importa, pues se le lava con un trapo húmedo, y jamás se hecha a perder ni se altera su sabor.
La época del año que es tradición su elaboración es después del verano, entre septiembre y octubre y se deja preparado para que dure todo el invierno.
Combina perfectamente con quesos para postre y acompañados por un vino dulce, perfecto sería con un monastrell dulce típico en muchas comarcas Alicantinas.

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